La Red por la Nueva Cultura del Agua en Andalucía se constituyó en 2001 y surgió como respuesta ciudadana a los crecientes conflictos hidráulicos que había en la región.
Tras un siglo de política hidráulica basada en la regulación de los ríos y en la explotación de las aguas subterráneas, la faz de Andalucía se había transformado. Ni el crecimiento económico experimentado en las últimas décadas, ni los paisajes actuales ni el sistema urbano andaluz podrían explicarse sin referencia a dicha política.
El panorama hídrico a principios del nuevo siglo estaba marcado por las inercias de la denominada vieja política del agua. Así, aunque con un nivel de desarrollo muy diferente, una y otra vez nos volvíamos a encontrar con demandas insatisfechas, escasez, restricciones y crispación en torno al agua.
Ello venía acompañado del bombardeo mediático a la sociedad por un fuerte discurso basado en ideas simples y aparentemente incuestionables: Andalucía es una región seca cuya economía depende del agua, por lo que necesita inversiones hidráulicas estructurales, de carácter público, para desarrollarse, etc., etc.
Este discurso chocaba con la realidad técnica en torno al agua en la Comunidad. La capacidad de regulación había crecido de forma notable, llegando incluso a duplicarse en la cuenca del Guadalquivir en las últimas dos décadas, la disponibilidad de agua per cápita arrojaba valores medios en torno a los 2.000 litros habitante y día, el regadío y las promociones turísticas se desarrollaban por todo el territorio con escaso control y planificación... Sin embargo, el modelo de uso del agua y los recursos seguía demandado por inercia más y más infraestructuras.
En este contexto en el año 2000 se aprobó la Directiva Marco del Agua, que suponía (y supone) un cambio radical en la política de gestión hidrológica. Con esta norma aparece un nuevo paradigma de relación con el agua que ha dado en llamarse Nueva Cultura del Agua y que implica: buena gestión de lo que se tiene frente al incesante incremento del recurso de la vieja política; legalidad frente a desgobierno; flexibilidad y planificación de emergencias frente a soluciones estructurales estandarizadas; responsabilidad sobre los costes frente a subvenciones indiscriminadas; valoración del agua como activo ecológico y social frente a su mera consideración como recurso productivo.
Los fundamentos de lo que puede ser una nueva cultura del agua se asientan en la percepción del agua como patrimonio, ese legado que una generación deja a sus sucesores para que la vida continúe. Se trata de entender los ríos, los manantiales y los humedales como cuerpos vivos complejos y dinámicos, y no como simples colectores de agua; de asumir que cantidad y calidad son caras de una misma moneda; de recuperar el tradicional valor lúdico, estético y simbólico de los paisajes del agua, característico de las culturas mediterráneas. Avanzar en el camino de abrir soluciones desde estos nuevos enfoques exige una profunda regeneración de las instituciones de gestión de las aguas; exige un cambio cultural, no sólo en la administración, sino en el conjunto de la sociedad.
En el marco de estas ideas y con el protagonismo de los colectivos que estaban defendiendo espacios concretos de ese patrimonio (el valle del Genal, Hozgarganta, el Guadalete, Melonares, el estuario del Guadiana, Doñana, Hornachuelos, el Guadajoz, la Charca de Pegalajar, las fuentes de Marbella ...), el 25 de mayo se constituyó en Málaga la Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua, y se fijó como objetivos:
1. Fomentar iniciativas de encuentro entre colectivos sociales e instituciones de Andalucía comprometidos en la promoción de una nueva forma de entender la relación con el agua
2. Dinamizar la relación entre los ámbitos científico-técnicos y los movimientos sociales, fomentando la información, la formación y el debate social.
3. Presentar ideas y proyectos de trabajo y de acción en torno a los problemas más relevantes de la gestión de aguas en Andalucía, sin excluir las necesarias conexiones con el conjunto de la Península Ibérica.
En sintonía con estos fines, la Asociación Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua, ha emprendido una línea de trabajo relativa a la difusión y educación sobre los valores ambientales, naturales, paisajísticos y culturales de los ríos, fuentes, manantiales, acuíferos y zonas húmedas de Andalucía. De manera especial, desde su fundación, ha desarrollado trabajos de sensibilización ciudadana y participación en proyectos y actuaciones relacionados con los ríos Genal, Guadiaro, Vélez, Nacimiento y Grande en la provincia de Málaga; RioPudio, Guadaíra, Corbones y Guadalquivir, en la de Sevilla; sistema Fuente-Charca y Huerta de Pegalajar y acuíferos de la Loma de Ubeda, en la de Jaen; ríos Almanzora y Adra y acuíferos de Campo de Nijar y Dalías en la de Almería; Hozgarganta y Guadalete en la de Cádiz; Castril, Gualdal y Guadalfeo, en la de Granada; Guadiana, Tinto, Odiel y acuífero de Doñana en Huelva.
La Red está integrada por colectivos sociales y personas vinculados con la defensa del agua y el patrimonio, la conservación del medio ambiente, la investigación o la educación. Funciona como una asamblea abierta a todas las personas y entidades, con un marcado carácter democrático y participativo, y se articula a través de los medios que ofrecen las nuevas tecnologías (lista de correos electrónicos, redes sociales, etc.) y de la Fiesta Andaluza del Agua. Esta última es un espacio anual de encuentro para el intercambio de ideas y experiencias, desarrollo de debates sobre temas emergentes, reivindicación de conflictos hídricos y descubrimiento de valores naturales, patrimoniales y culturales vinculados al agua. La primera edición de la Fiesta Andaluza del Agua se celebró en Ronda en el 2004 y durante diez años ha recorrido buena parte de los escenarios sociales del agua en Andalucía (Pegalajar, Alcalá de Guadaria, Coín, Ayamonte, Almería, Arcos de la Frontera, Jódar y Jerez de la Frontera).