La bioingeniería aplicada a la restauración de ríos y riberas consiste en el uso de las plantas vivas o partes de estas conjuntamente con otros materiales naturales (madera, rocas, mantas y redes orgánicas, metal) y otros sintéticos (geotextiles, redes y geomallas de polipropileno, etc.), incorporando y aprovechando los elementos locales (suelo, topografía, microclima, etc.) para conseguir objetivos estructurales en una actuación de restauración fluvial. Algunos autores prefieren el uso del concepto de ecoingeniería (ingeniería ecológica) que incidiría sobre el hecho de que se trata de técnicas de ingeniería adaptadas a la conservación de los ecosistemas.

Puede decirse que la bioingeniería, además de cumplir con objetivos estructurales, es un motor que facilita y acelera los procesos naturales de estabilización de márgenes y restauración de los ecosistemas fluviales en aquellas ocasiones (la mayoría de ellas en la práctica), en las que resulta imposible asumir los costos y plazos que supondría dejar que la naturaleza actúe por sí misma.

Una diferencia evidente entre la ingeniería convencional y la bioingeniería es que en la primera priman los objetivos de control sobre la naturaleza para obtener escenarios estáticos (se impone un cauce determinado y unos condicionantes al río). En el caso de la bioingeniería se pretende actuar desde una visión integrada, que no renuncia al dinamismo fluvial, al río como ente vivo que evoluciona; aunque sí se modifican los plazos y a veces se pretende también dirigir determinados aspectos de dicha dinámica para obtener cierto grado de control y capacidad de predicción. Pero en cualquier caso se dará prioridad al mantenimiento del contraste entre los procesos torrenciales y los continuos, tan característico del ámbito mediterráneo. Este contraste es imprescindible para que nuestros ríos sigan vivos y con conexión entre el cauce y las terrazas, lo que posibilitará que sigan siendo fuente de agua disponible y cercana.

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La bioingeniería como herramienta idónea en proyectos de restauración, naturalización y mejora ambiental.

 

La bioingeniería tiene la posibilidad, no sólo de cumplir con objetivos estético-paisajísticos y de recuperación de los ecosistemas fluviales, sino que además es una buena forma de alcanzar objetivos estructurales manteniendo la dinámica fluvial. Por tanto se conforma como una herramienta idónea aplicada a la restauración fluvial.

La bioingeniería también se presta como herramienta idónea en proyectos de naturalización de intervenciones de carácter más duro o de mejora ambiental en tramos donde las alteraciones (o parte de ellas) que han modificado el cauce son irreversibles o socialmente irrenunciables.

Debemos tener en cuenta ciertos factores cuando se trabaje en la elaboración de proyectos de restauración basados o que hagan uso de la bioingeniería:

  1. Principio de cautela. Es importante intervenir discretamente. No se trata por tanto de plantear grandes actuaciones basadas en macroproyectos que difícilmente puedan modificarse sobre la marcha. No olvidemos que trabajamos con un ente vivo, el río, el cual siempre nos podrá sorprender en función de multitud de parámetros naturales que al decantarnos por la bioingeniería hemos decidido no mantener bajo control estricto. Es preferible actuar por fases, analizando las respuestas del río y modificando las propuestas iniciales de las fases siguientes adaptándolas para una mejor garantía de cubrir los objetivos de nuestra actuación.
  2. Intervenimos en un proceso y en un momento concreto. No debemos perder de vista que considerando al río como un ente vivo, aceptamos que estamos interviniendo de manera concreta sobre un proceso dinámico. Por tanto es importante estudiar en detalle la ecología del río y la dinámica fluvial (hidráulica, geomorfología, regulación, etc.), y su tendencia de evolución, antes de plantear las actuaciones de restauración. Hemos obviado comentar aspectos socioeconómicos como la participación ciudadana, que entendemos fundamentales en el planteamiento de los objetivos de la restauración pero que se abordan en el¿Cómo abordar un proyecto de restauración fluvial?).
  3. Flexibilidad y adaptación. Como se deriva de los elementos anteriores, los proyectos de bioingeniería deben adaptarse a cada situación concreta, por lo que, salvo generalizaciones con carácter orientativo, no puede hablarse de actuaciones tipo para casos tipo.
  4. Autosostenimiento de las actuaciones. Sin perder de vista que el mantenimiento de toda actuación de restauración es básico y fundamental para conseguir los objetivos propuestos y por tanto el éxito de la intervención, si podemos afirmar que una vez pasado este período, es la naturaleza la que se hace dueña de la situación y de acoger nuestra actuación haciéndola parte de sí misma, integrándola en su propia dinámica. Por tanto también podemos afirmar que las intervenciones exitosas basadas en la bioingeniería son más duraderas. Debe aclararse, no obstante, que los proyectos de naturalización o mejora ambiental sobre estructuras de ingeniería convencional (encauzamientos blandos, revegetación de escolleras, naturalización de materiales basados en el hormigón, etc., es posible que no siempre puedan alcanzar el objetivo de “autosostenimiento” y que por tanto, al igual que ocurre con la gestión de parques y jardines en las ciudades, requiera de un mantenimiento permanente, aunque mínimo si las actuaciones se diseñan correctamente.
  5. Seguimiento de las actuaciones. Partiendo de la idea de que quizás lo más correcto conceptualmente hablando es entender a los proyectos concretos como fases de los procesos de verdadera restauración fluvial. El seguimiento y evaluación de las intervenciones se hace imprescindible, pues las fases sucesivas dependerán del grado de éxito y respuesta del medio a las fases previas de la restauración.

Dentro de las consideradas como técnicas de bioingeniería se puede hablar de tres grandes bloques: técnicas de ingeniería naturalística, técnicas de ingeniería biofísica y técnicas de ingeniería estructural vegetable.

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Diferentes tipos de técnicas de bioingeniería.

Son muchísimos los condicionantes que han de considerarse tanto a nivel de la administración u organismo responsable de promover un proyecto, como por parte de los técnicos responsables de la redacción de dichos proyectos y de las empresas ejecutoras:

  1. Actuaciones a largo plazo. Objetivos sin plazo fijo. Aunque esto sea difícil de comprender en ocasiones desde la administración, la propia opción del uso de la bioingeniería debería partir de una idea de la restauración tal y como se ha descrito en el Tema ¿Cómo abordar un proyecto de restauración fluvial?.. Especialmente si consideramos que las intervenciones deben quedar abiertas a retroalimentarse de la respuesta del río a nuestras actuaciones concretas. Es posible, de todas formas, establecer objetivos prácticos e indicadores que permitan evaluar cuándo las desviaciones de los objetivos previstos para la restauración que pudieran advertirse, derivan de fallos en el diseño, de fallos en la ejecución, o bien de ese grado de incertidumbre y ese espacio de libertad y respuesta que dejamos al río.
  2. Especialización de empresas y personal. Existen pocas empresas que realmente estén especializadas en el uso de la bioingeniería para la restauración fluvial, sobre todo por el escaso grado de implantación hasta el momento de estas técnicas y tecnologías. Pero se hace necesario contar con ellas si se quiere garantizar el éxito de las actuaciones, pues es necesario contar con personal especializado y sensibilizado. Las habituales intervenciones de restauración se adjudican a empresas constructoras ya que combinan técnicas de bioingeniería o plantaciones con obras de carácter civil. Esto hace que finalmente la mano de obra no la realicen empresasPor todo ello recomendamos para el caso de intervenciones que combinen ingeniería civil y partidas de bioingeniería que éstas se liciten por separado siempre que sea posible.
  3. Tiempo para producir la planta. En muchas ocasiones no se advierte en los proyectos que para producir algunos materiales de bioingeniería vegetados (como alfombras vegetadas, biorrollos vegetados, unidades de planta estructurada en fibra, etc.), es necesario contar con unos meses de tiempo. Por tanto esto debe ser tenido en cuenta y quedar contemplado en las fases de desarrollo de los proyectos.
  4. Protección frente al ganado. Es muy importante garantizar la protección de las intervenciones de bioingeniería frente al ganado que pudiera existir en la zona. En ocasiones bastará con acuerdos con los propietarios de las reses o con los pastores. Si fuese necesario para establecer garantías, habrá que contemplar el vallado de la zona de intervención al menos durante los primeros tres a cinco años posteriores a la ejecución.
  5. Mantenimiento. Se trata de uno de los principales problemas detectados en las intervenciones realizadas hasta la fecha, la falta de mantenimiento y seguimiento de los proyectos. Cuando trabajamos con plantas el mantenimiento es un condicionante indispensable. En ocasiones, si nos encontramos ante proyectos de verdadera restauración que buscan objetivos de autosostenimiento a largo plazo, se tratará de un mantenimiento basado en riegos (cuando proceda) y reposiciones de materiales y plantas en los primeros años posteriores a la intervención. Si son actuaciones de naturalización o maquillaje de estructuras de ingeniería civil (naturalización de escolleras, canalizaciones, etc.), debemos entender que en la mayoría de los casos el mantenimiento deberá ser permanente, pues siempre estaremos considerando un medio no natural en el que las plantas no podrán desarrollar comunidades y estructuras como lo harían en un medio sin intervenir, y por tanto su perdurabilidad tendrá muchos condicionantes y estará limitada en tiempo y espacio.
  6. Integración social de las actuaciones. Un aspecto muy importante para el éxito de las intervenciones de bioingeniería es la implicación de la población y de los propietarios de las tierras aledañas, como lo es en general en los proyectos de restauración