La palabra río proviene del latín, como tantas otras en nuestro idioma, pero no del vocablo flumen/fluminis (río en latín) ―como sería lógico pensar―, sino de rival/rivalis. Históricamente, los ríos junto con otros accidentes naturales (como los sistemas montañosos) sirvieron para delimitar las fronteras de los territorios de las comunidades vecinas y "rivales". España y Portugal no son una excepción: la mitad del perímetro de la frontera (aproximadamente 600 km. de un total de 1.200) está definido a través de «líneas húmedas» (ríos o riberas).
Pero además, cuando el concepto "río internacional" perdió relevancia a favor de "cuenca hidrográfica internacional" ―noción mucho más amplia y acorde a la necesidad de garantizar el desarrollo sostenible― las relaciones hispano-lusas quedaron marcadas por la dependencia de Portugal respecto de su vecino situado aguas arriba: España. Con efecto, un rápido repaso de los datos geográficos nos permite observar que del área total de la Península (581.000 km2) corresponden a Portugal 89.300 km2, pero dos tercios de esta área están situados en las cuencas hidrográficas hispano-lusas ―alrededor del 64% del total del territorio continental portugués―. Además dos tercios de las más importantes urbes portuguesas ―entre las que se incluyen la capital (Lisboa) y Oporto―, están situadas en las cuencas internacionales. En ellas vive aproximadamente la mitad de la población portuguesa.