Las grandes áreas metropolitanas están afrontando en la actualidad uno de los más importantes retos en la gestión de aguas de lluvia.

Las redes de saneamiento y drenaje urbano, que suelen estar diseñadas para evacuar rápidamente los caudales hacia las estaciones depuradoras, resultan muchas veces insuficientes para la evacuación de las aguas de lluvia -especialmente en eventos de tormenta- produciendo un gran número de vertidos (directos o por aliviaderos) no controlados, que introducen altas cargas de contaminación al medio receptor. Dichos vertidos suponen una presión significativa sobre los ecosistemas acuáticos, no sólo por el contenido en metales pesados derivados del lavado de la superficie urbana, sino también por la resuspensión de sedimentos de la red de colectores. 

Los programas de medición llevados a cabo hasta el momento en varias ciudades españolas (PROMEDSU y SOSTAQUA) han arrojado resultados muy interesantes que plantean nuevos retos en la gestión de las aguas de lluvia.

Por una parte, existe ya un consenso científico en que el fenómeno del primer lavado -utilizado de manera generalizada para el diseño de los tanques de tormenta y basado en el principio de que la concentración de la contaminación se produce en los primeros momentos de tormenta- no se da en cuencas grandes por lo que no siempre es éste el elemento idóneo para el dimensionamiento de dispositivos anti-descarga. Por otra parte, el concepto de dilución, que consideraba las aguas de lluvia como “aguas blancas” (capaces de reducir la concentración de la contaminación de las aguas residuales), ya no es válido. Se ha demostrado que la contaminación en tiempos de lluvia es muy elevada, ya que al efecto de dilución se le contrapone el de resuspensión de sedimentos por aumento de la energía cinética. Además, estas sobrecargas hidráulicas y variaciones de las concentraciones de contaminación que llegan a la depuradora en tiempos de lluvia producirán en ella perturbaciones importantes que acabarán afectando a los rendimientos de la misma. Esto finalmente se traduce en caudales salientes de las depuradoras con mayores cargas de contaminación y, por tanto, mayores impactos en los ecosistemas acuáticos receptores.

Ante esta problemática se ha generado una progresiva aunque lenta concienciación sobre la importancia de realizar una planificación integrada del sistema de saneamiento y drenaje urbano que cumpla adecuadamente sus tres funciones esenciales:

  • Protección ante inundaciones
  • Protección ambiental del medio receptor
  • Garantía de servicios a la ciudadanía

Para ello será necesario realizar una gestión integrada y avanzada de los sistemas de saneamiento actuales con varios objetivos clave. Por una parte, reducir los volúmenes de escorrentía de entrada en la red y controlar la contaminación in situ a través de los sistemas de drenaje urbano sostenible (SUDS). Por otra parte, minimizar las descargas de sistemas unitarios y garantizar que se cumplen los estándares de calidad compatibles con el buen estado del medio receptor.

Además, habrá que tener en cuenta los siguientes factores a la hora de adoptar nuevas estrategias de gestión integral de los sistemas de saneamiento:

  • La escasez de agua: La sistemática destrucción y degradación de los ecosistemas acuáticos y de los acuíferos tiene ya repercusiones sociales dramáticas: 1100 millones de personas sin acceso garantizado a aguas potables, crisis del ciclo hidrológico y de la salud de ríos, lagos y humedales entre otras. Por lo tanto, deberá promoverse la gestión del agua como un recurso escaso.
  • La reducción de los costes reales: La concentración de las poblaciones en núcleos urbanos exige la ampliación de las redes de saneamiento, aumentando los costes derivados de la gestión de aguas residuales. Además la Directiva Marco de Aguas 2000/60/EC establece una política de recuperación de costes teniendo en cuenta los costes medioambientales, lo que nos obliga a pensar en nuevas formas de gestión integral, con menores impactos medioambientales, como vía para economizar los sistemas de saneamiento.

Las dinámicas de incremento demográfico, con una alta concentración en áreas urbanas, y las tendencias de cambio climático, que aumentarán la ocurrencia de eventos extremos como tormentas y sequías, brindan una oportunidad única para avanzar en la aplicación de nuevas estrategias integradas de gestión de los sistemas de saneamiento y drenaje urbano, que contemplen ámbitos más allá del puramente técnico o tecnológico.

Propuestas de actuación para una gestión integrada de las aguas pluviales en entornos urbanos

En la actualidad existen diversas medidas aplicadas exitosamente en distintas ciudades para la resolución de los problemas asociados a la gestión de las aguas pluviales en entornos urbanos.

Estas medidas abarcan los ámbitos normativo-legislativo, económico y social. Así, se hacen necesarios, por ejemplo, el diseño de nuevos espacios de coordinación que permitan activar un marco normativo a nivel territorial, yavances en la legislación relacionada con las aguas pluviales a distintos niveles. Igualmente parece necesaria la aplicación de herramientas económicas que garanticen la sostenibilidad económica de las intervenciones y el incentivo hacia nuevas formas de relación con las aguas pluviales. Todo ello bajo un nuevo enfoque que integre la participación ciudadana en la búsqueda e implementación de las soluciones.

Parece, por tanto, que el mayor reto en la actualidad, no es encontrar nuevos instrumentos de gestión, sino definir estrategias integradas de gestión y planificación que respondan de forma eficaz y equilibrada a los retos actuales y futuros en la gestión de las aguas pluviales.

Los primeros pasos para llevar a cabo este tipo de gestión consistirían en establecer un diagnóstico certero de la situación actual, identificar a todos los agentes y actores interesados y establecer entre todos ellos un programa de necesidades realista para alcanzar unos objetivos consensuados. En este sentido, sería importante analizar las relaciones e interdependencias que se producen entre estos tres ejes (el social, el económico y el medioambiental), tanto en el espacio como en el tiempo, de tal modo que las estrategias de gestión que se planteen tiendan a equilibrar las tensiones que se produzcan entre ellos.

La adopción de las estrategias integradas de gestión de las aguas pluviales deberá llevar, no sólo a la mitigación de los problemas que pueden ocasionar estas aguas, sino también a su puesta en valor para los habitantes de las ciudades y a la recuperación de los ecosistemas asociados. 

El objetivo final de la planificación y la gestión integrada de las aguas pluviales es conseguir ciudades sostenibles a largo plazo. Para ello debemos partir de un marco de referencia territorial adecuado, sobre el que establecer un marco normativo y legislativo adaptado a los retos actuales de gestión, que cuente con la implantación de herramientas de planificación urbanística y económicas que garanticen la viabilidad del conjunto de medidas a adoptar.

Finalmente destacar que además de las herramientas planteadas en este artículo, existen otras muchas iniciativas que complementarían las aquí estudiadas. Cabe destacar, como medida preventiva de la contaminación de la escorrentía urbana, la importancia de la reducción de los inputs de contaminación en los entornos urbanos a través de estrategias tales como la movilidad urbana sostenible. Este tipo de iniciativas, que engloban la promoción del transporte público, el uso de la bicicleta o el desarrollo de vehículos eléctricos, ya se están poniendo en marcha en distintas ciudades españolas aunque no se han desarrollado estudios sobre el impacto de estas medidas en la mejora de la calidad de las masas de agua por reducción de impactos de reboses de los alcantarillados.

Queda, por tanto, un amplio espacio para la investigación y la innovación en la gestión de los sistemas de saneamiento y drenaje urbano que pasa por ampliar el foco del problema y plantear estrategias de gestión que rebasen los propios sistemas de saneamiento, requiriéndose para ello mecanismos de coordinación complejos y avanzados propios de una sociedad madura.